miércoles, 23 de mayo de 2007

Una sugerencia sobre terrorismo y venta de sustancias ilegales

He tenido una clase sobre seguridad, en la que se planteaban retos presentes y futuros tanto para España como para Europa. Me llamó la atención la desvinculación existente entre terrorismo y “organizaciones mafiosas”. No todas estas organizaciones tienen relaciones con el terrorismo, ya que algunas trabajan en temas de inmigración, pero otras sí que pueden tener claros vínculos. Un claro ejemplo que vemos a diario en las películas americanas, es la relación entre organizaciones que venden armas y terroristas. Pero también existe otra muy clara vinculación, y es la relación droga – terrorismo. Tanto en Afganistán (opio), como en Marruecos y España (hachís) los atentados terroristas más que probablemente, han sido financiados gracias a la venta de “porros” en nuestras calles.

¿A qué se enfrenta España siendo uno de los principales puertos de mercancías ilegales? La respuesta está bien clara, si unos terroristas yihadistas se quieren financiar para cometer un atentado en España, como en cualquier lugar del mundo, tan sólo tendrán que ampliar sus redes de influencia, si no las tienen ya, con aquellas personas que forman parte de organizaciones exportadoras de sustancias ilegales. Por lo tanto, ¿cómo puede España – Europa resolver este problema?

Sugiero que pueden existir tres fórmulas políticas, aunque pueden existir una infinidad de soluciones. Una es de cara al exterior y otras dos de cara al interior. La primera de ellas ya está en proceso y ha sido impulsada por España a través de la Cumbre de Barcelona, y trata de crear un marco más favorable a los países del sur de Europa gracias a la política de vecindad o política mediterránea. Trata de mejorar las relaciones económicas, que con el tiempo traerá consecuencias positivas en el ámbito de la política. Por lo que los productores de hachís tendrán garantizado un negocio alternativo y los propios Estados podrán ejercer un mejor control de sus fronteras.

La segunda opción, de cara al interior, sería una posición más estricta por parte del Estado, aunque tengo mis dudas que pueda resolver el problema. La tercera opción puede resultar mucho más controvertida. Existe una demanda de este tipo de sustancias que difícilmente se podrá evitar en un mundo cada día más consumista, y en el que las encuestas revelan un crecimiento elevado de su consumo. En el caso de España existe un vacío legal, la ley dice que no se puede consumir en lugares públicos como tampoco se puede comerciar con ella. Por lo tanto, se puede consumir en un lugar privado y se puede cultivar para consumo propio. Este hecho demuestra la existencia de “GrowShop” por todo el territorio español. Además, cada día aparecen en los medios de comunicación la aparición de nuevas organizaciones “cannábicas”, y grupos políticos que piden su legalización.

Por lo que una posible solución para el control de mafias que venden hachís y que además, puedan estar relacionadas con grupos terroristas yihadistas, sería el control por parte del Estado de esta realidad. Claro está, hay que hacer una balanza de lo positivo – negativo de esta propuesta. Sé que para algunos amigos míos esta propuesta atenta contra la vida, porque favorecería un mayor consumo, y conociendo sus consecuencias negativas, resultaría desfavorable para el desarrollo de la persona. No obstante, habría un mayor conocimiento y control de una realidad latente en nuestras calles, y las personas se concienciarían más y mejor. A la vez, ayudaría a hacer frente a uno de los mayores problemas con los que se enfrenta occidente de cara al futuro, el terrorismo yihadista. No existe una única solución, pero una mayor presión tanto desde España como desde Europa al gobierno marroquí, que tanto depende de los fondos europeos, ayudaría a resolver el problema. Además, la monarquía marroquí está amenazada por estos grupos fundamentalistas. Aunque posiblemente, una mayor presión económica y política, conducirá a que dichas explotaciones sean exportadas a países o regiones del sur, más difíciles de ser controladas por el norte.

Antonio Cayarga Rodriguez

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